¿Primarias?
Estos días se llevan a cabo en Chile las campañas electorales para las primarias de la izquierda y, como es costumbre, abundan los comentarios sobre las virtudes democráticas de este tipo de procesos.
La noción es simple y compartida por casi todos: las primarias son una instancia de participación ciudadana donde la candidatura de un sector se construye de forma consensuada, lo cual en teoría entrega garantías de gobernabilidad y reviste al candidato de un grado importante de legitimidad.
Pero esos beneficios, aparentemente tan deseables, tienen mucho de ilusorios y significan costos en los que no solemos reparar.
Primero, para entender por qué los beneficios de las primarias son en gran medida ilusorios, basta recordar el caso del Presidente Boric: durante su candidatura se enfrentó en primarias a Daniel Jadue del Partido Comunista quien, lejos de aportar a la unidad de la coalición oficialista, se ha mostrado en muchas ocasiones directamente contrario al gobierno. Pero lo de Jadue no es un caso aislado: a pesar de formar parte del gobierno, el Partido Comunista como colectividad ha sido frecuentemente crítico de las propuestas y los logros del Presidente Boric.
Y en cuanto a la legitimidad que supuestamente otorga el proceso de primarias, cabe recordar que la victoria de Boric ha sido permanentemente cuestionada —principalmente por Jadue y sus seguidores— por la presunta participación de votantes de derecha o anti-comunistas en las primarias de la izquierda.
Pero incluso si omitimos estas falencias, encontramos un segundo problema todavía más serio: los costos asociados al proceso. Y no me refiero a los costos económicos, sino a los costos en cuanto a la capacidad del gobierno para enfrentar las adversidades que se le van presentando. Veamos.
Para ganar las primarias, los candidatos deben conquistar a un sector específico y más bien reducido de la población, lo que les lleva a adquirir compromisos con grupos minoritarios y prometer proyectos que el grueso de la población rechaza. Volviendo al caso del Presidente Boric, esto fue justamente lo que sucedió en su momento con los indultos y lo que vemos ahora con la propuesta de aborto libre. En lugar de enfrentar los problemas reales del país, el gobierno se ve en la obligación de cumplir promesas adquiridas en primarias y que hoy aparecen completamente fuera de lugar. O, visto desde otro ángulo, podríamos decir que las primarias ofrecen una oportunidad para que nuestros líderes empujen ideas radicales y proyectos contrarios a lo que la mayoría del país quiere.
Así, si entendemos la democracia como el conjunto de instituciones que le permiten a la ciudadanía rechazar ciertas ideas y castigar a los líderes que insisten en promoverlas, debemos admitir que las elecciones primarias cumplen una función profundamente contraproducente.
Hoy vemos a la candidata Jeanette Jara muy bien aspectada con miras a las próximas elecciones. Si la tendencia se mantiene, los comunistas podrían llegar a la primera vuelta libres de competencia en el ala izquierda y con buenas posibilidades de sacudir al país y conseguir una victoria.
La actual vigencia del marxismo en Chile es un buen recordatorio de que con un diseño institucional inapropiado la democracia tiende a perpetuar ideas refutadas.